22 de junio de 2008

La flor y el viento.


Seguro que la mayoría de vosotros sabéis silbar. No es difícil, pero por mucho que te expliquen cómo se hace hasta que no lo descubres solo, por la boca no sale más que un ridículo aire que apenas suena. Una vez que sabes silbar no se olvida, como montar en bicicleta. Silbar acompaña, alegra, es un sencillo instrumento musical que tenemos en nuestros labios con el que divertirnos mientras paseamos. Pero quién le enseñó al hombre a silbar, cuándo ocurrió eso por primera vez. Irene y yo os lo contamos en este cuento. Pasen y oigan...




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